martedì 29 aprile 2014

El mal hábito del autosabotaje


El sabotaje, chantaje o boicot es una manera pasiva o activamente agresiva de impedirle a otros que logren sus objetivos esperados. Es el palo que uno le atraviesa a la rueda de otro para que no ande.
El método siempre es oculto, oscuro, poco amoroso, no da la cara ni mira a los ojos y como la intención es torcida, nunca nadie -ni el boicoteado ni el boicoteador- sale ganando por aquello del efecto mariposa, por citar sólo un efecto implicado.

El auto-sabotaje funciona de la misma manera, pero de uno mismo a uno mismo,  lo que hace que yo me vuelva mi peor enemigo. Yo me auto-saboteo para que nada de lo que haga tenga mi aprobación y me satisfaga.
Afortunadamente, es un comportamiento adquirido e imitado y así como uno se adhiere a la tendencia, también puede sacudírsela de encima.

Hay auto-saboteo en todas las edades y es en la palabra que éste se revela con claridad. Sin importar que sean niños, adultos o gente de la tercera y cuarta edad, el comentario letal es el mismo: "¡Me quedó fatal!"
Resulta triste escuchar a un niño de 7 años con infinito talento y oportunidades decirle al compañero de pupitre "¡Me quedó fatal" y sobretodo, evidenciar el loop que viene después en esa búsqueda frenética de aprobación ajena cuando la personal falla:
"¡No, te quedó muy bonito!" le dice el amigo.
"¡Qué no, que me quedó falta!", responde el implicado.
"¡Qué te quedó bien!"
"¡Qué no, que está fatal!"
Y el debate sigue...
Hago notar que he presenciado el mismo diálogo en personas mayores cosa que demuestra que si la tendencia no se trabaja, se exacerba.

 La fatalidad tiene que ver con la muerte, el acabose, el drama total.
* ¿Cómo puede un simple dibujo, ejercicio de gimnasia rítmica, receta de cocina o informe de ciencias, tener este corte de ópera trágica?
* ¿Con qué tipo de medidor nos estamos auto-evaluando?
* ¿Has notado que estás usando por medidor un látigo?

Hay tres costantes en el auto-saboteo artístico que pueden ser perfectamente aplicadas a otras disciplinas:

1.  Pretender llegar a un destino sin antes haber recorrido el camino que lo conduce a él.
Esto es el esperar resultados de alto nivel sin haber desarrollado la destreza y el pretender obtener logros con maestría sin haber realizado el proceso que lleva a la maestría.
Es común que el ritmo acelerado de la persona no le permita vivir el proceso de desarrollo de su obra en los tiempos que deberían ser sino en la búsqueda inmediata de resultados. Este comportamiento es un derivado de la cultura express que alimenta el deseo de tenerlo y hacerlo todo al acto. No darle tiempo al tiempo.
Cuando percibo la cara de insatisfacción de la persona y su actitud fatalista en medio de la realización de su obra, pregunto siempre:
"¿Cómo sabes que te quedará mal si no vas ni por la mitad del proceso? ¡Date tiempo! ¡Date una oportunidad!"

 2. Poner a dormir un talento. 
Como consecuencia a no recorrer con compromiso y constancia el camino necesario, se produce muchas veces el aniquilamiento del don. 
Ante la imposibilidad de obtener los resultados inmediatos que la persona pretende lograr con impaciencia e impulsividad, decide frustarse. A uno no lo frustan, es uno el que le otorga el permiso al otro o a la situación que le genere un atore emocional. Así que decido que no soy un buen artista y me retiro antes de tiempo.
Esa habilidad, talento o don que estaba cultivando queda relegado como un viejo juguete y no vuelvo a usarlo más. Años más tarde, se convierte en esa frase melancólica que dice: "¡Yo pintaba bien de chico pero lo dejé!"

3. Descubrir que no se es Picasso.
No todos nacimos para ser Picasso. Sólo a Picasso le tocó serlo. A mi me toca ser yo.
Es el perjudicial vicio de estarse comparando.
El único reto es el superarse a si mismo, es decir, hacerlo mejor cada vez que lo haga. Siempre digo que si me pongo en competición con el otro, uno de los dos saldrá perdiendo y el otro, también.
Un nivel muy elevado de espectativas generadas por la misma persona y muchas veces, reforzadas por su entorno cercano la inducen a pensar que tiene que comportarse y llegar a ser un "famoso", un "maestro". El fin último de una obra no es hacer un "capolavoro" sino el de ejercer el derecho fundamental a la libre expresión y el disfrute pleno. Hacerse famoso o no, realmente es irrelevante cuando el ego está en paz.

La tendencia a autosabotearse tiene que ver en pocas, con la incapacidad de vivir en el presente por estar ubicado en un futuro aun inexistente. A esto se le llama ansiedad y estrés y está muy relacionado con la carencia de disfrute, de alegría y de realización. Por poner mi cuerpo, mi mente, mi corazón y mis intenciones en el futuro, dejo de vivir con plenitud mi presente inmediato y los dones que éste me trae y que por supuesto, generan bienestar. Y esto si que -literalmente y a varios niveles- puede resultar perjudicial para la salud y por lo tanto, ser fatal.

Daniela Violi ®